Cuando la radio es más que la radio

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¿Sabéis cuándo hay una cosa que parece insignificante para algunos, pero que para otros les ha acompañado toda su vida y se ha vuelto imprescindible? Todos los años es lo mismo, lo sé. Las redes sociales se llenas de referencias al Día Mundial de la Radio, pero ese día siempre me hace reflexionar sobre lo que ha significado este medio de comunicación para mí. Y este año aún más, ya que durante meses, la radio ha vuelto a ser la compañía más cercana que he tenido a causa de la pandemia.

Obviando el contenido musical por el que seguramente todos tomamos contacto con la radio, yo comencé a aficionarme a ella por el deporte. La narración de los partidos de fútbol, en una época en la que solo se podían ver dos por jornada, me hizo hacerme fan de José María García y su programa. Y me caló aún más con la llegada del nuevo siglo y su paso a Onda Cero, en la que comenzó una de mis grandes aficiones: la radio nocturna. Comencé a escuchar Supergarcía por las noches y en algún momento de insomnio, descubrí ¡Ya te digo!, comprendiendo que también se podía hacer humor en las ondas.

El momento crucial en el que se forjó mi amor por la radio fue en la retirada de García y mi paso a Carrusel Deportivo. Ahí comencé a crear una afinidad con la familia de ese programa que dura hasta el día de hoy. En mi adolescencia, mi pasión por el fútbol era gigante, y ahora que ha disminuido bastante, lo que me mantiene pegado al mundo del deporte es Tiempo de Juego, el programa que ahora lidera Paco González, antiguo director de ese programa, y El Partidazo de Cope, su correspondiente programa nocturno.

En mi adolescencia y comienzo de mi juventud pasé varios años bastante malos anímicamente. Y lo único que no fallaba era la radio. Hay noches de sábado que la enchufaba a las 5 de la tarde con Carrusel Deportivo y empalmaba con El Larguero y después con Mileno 3 o La Rosa de los Vientos hasta las 2 o 3 de la madrugada. Y entre semana, cuando en el instituto los deberes se me iban de las manos o, en el comienzo de la universidad, en noche largas de estudio, El Larguero y Hablar por Hablar me acompañaban durante esa travesía.

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Cuando hacíamos Málaga Go, era joven e incluso tenía pelo en la cabeza.

Y claro, el que yo acabara estudiando Periodismo es una clara consecuencia de todo esto. Y gracias a esa carrera he tenido mis escarceos con el medio, todos muy muy disfrutables. Pasé tres años haciendo Málaga Go!, un magacín cultural semanal con compañeros de clase en el que hice de técnico y locutor, del que guardo los mejores recuerdos. Y gracias a los podcasts (que no son algo nuevo aunque lo parezca), nunca llegué a perder el contacto con el medio. Tras Málaga Go! nació Dos Hombres y Medio y, con el tiempo, el podcast de Objetivo: Cine que durante un breve periodo pude copresentar antes de mi corresponsalía en Estepona.

Durante el confinamiento vio la luz El Contrapodcast, una de las cosas de las que más orgulloso me siento. Con unos medios técnicos paupérrimos creamos un programa maravilloso, con un proyecto demasiado ambicioso por mi parte que por desgracia no llegué a cumplir. Tras tres episodios, ahora mismo el programa está parado ya que la situación mental que deja la situación derivada del Covid y mis nuevos objetivos de futuro me impiden centrarme en él como quisiera. Pero ojalá pueda reorientar las cosas para retomarlo.

Así hasta el día de hoy. Ahora hago algunas colaboraciones y sigo descubriendo programas vía podcast. Pero la radio tradicional no la abandono. El periodismo deportivo sigue en mi dial, y la radio nocturna también.

Nunca dejéis de escuchar la radio. Y si no sois oyentes, dadle una oportunidad.